
No, esta no es una entrada "inocente", aunque sea 28 de diciembre. Por increìble que
parezca, ya hace mucho tiempo que los humanos dejamos de ser los ùnicos en dedicarnos a hacer fotos. Estoy segura de que muchísimos ya sabèis cuàl fue el primer animal al que se le acopló una cámara. NO, no fue a un gato, por más que Lola mueva sus orejas discrepantes. ¿Lo sabeis?
A principios del siglo XX, Julius Neubronner un farmacéutico alemán que utilizaba palomas mensajeras para recibir recetas de los hospitales y enviar pequeñas dosis de medicamentos, combinó al uso de palomas su afición a la fotografía. En un arnés de aluminio la paloma llevaba una pequeña cámara de fotos de no más de 70 gramos de peso. Así, juntos comenzaron a hacer unas fotografías aéreas que se llegaron a vender como postales.
Mucho después, en 1986, Greg Marshall decide acoplar una cámara al cuerpo de una tortuga, lo decide tras ser atacado por un tiburón que llevaba un pez rémora pegado al cuerpo: ya podremos conocer aspectos de la vida animal que de otra forma sería casi imposible.
Pero al margen del interés científico de estos cámaras intrépidos estamos nosotros, los que amamos a nuestras mascotas, y no me digáis que no es atractiva la idea de vernos fotografiados por ellos. Por eso se abre la veda de las mascotas fotógrafas, y si alguien se atreve que lo comparta con nosotros.
parezca, ya hace mucho tiempo que los humanos dejamos de ser los ùnicos en dedicarnos a hacer fotos. Estoy segura de que muchísimos ya sabèis cuàl fue el primer animal al que se le acopló una cámara. NO, no fue a un gato, por más que Lola mueva sus orejas discrepantes. ¿Lo sabeis?
A principios del siglo XX, Julius Neubronner un farmacéutico alemán que utilizaba palomas mensajeras para recibir recetas de los hospitales y enviar pequeñas dosis de medicamentos, combinó al uso de palomas su afición a la fotografía. En un arnés de aluminio la paloma llevaba una pequeña cámara de fotos de no más de 70 gramos de peso. Así, juntos comenzaron a hacer unas fotografías aéreas que se llegaron a vender como postales.
Mucho después, en 1986, Greg Marshall decide acoplar una cámara al cuerpo de una tortuga, lo decide tras ser atacado por un tiburón que llevaba un pez rémora pegado al cuerpo: ya podremos conocer aspectos de la vida animal que de otra forma sería casi imposible.
Pero al margen del interés científico de estos cámaras intrépidos estamos nosotros, los que amamos a nuestras mascotas, y no me digáis que no es atractiva la idea de vernos fotografiados por ellos. Por eso se abre la veda de las mascotas fotógrafas, y si alguien se atreve que lo comparta con nosotros.
Foto de Gizmodo